4 jun 2010

En horas a la semana, las mujeres del país laboran más que los hombres

Portafolio, Bogotá

Junio 4 de 2010

Un Proyecto de ley busca valorar el trabajo de la mujer en casa, así mismo, tiene por objeto medir su contribución al desarrollo económico y social del país.

"No hace nada", contestó el niño cuando le preguntaron qué hacía su mamá. Lo dijo porque es ama de casa. Si supiera. En la investigación 'Tiempo total de trabajo', realizada en 11 países latinoamericanos y publicada este año por la División de Asuntos de Género de la Cepal, hay una constante: en horas de trabajo semanales, sumado remunerado y no remunerado, las mujeres trabajan más que los hombres.

Como históricamente se ha dado por sentado que las tareas domésticas les corresponden a las mujeres, éstas llegan a tener jornadas de 14 o más horas en ocupaciones que nunca han sido valoradas con justicia.

Esa es la razón por la cual fue radicado en el Congreso el proyecto de ley 81, que busca regular la inclusión de la 'Economía del cuidado' en el Sistema de Cuentas Nacionales, con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país.

Ya fue aprobado en el Senado y está a punto de serlo en Cámara. Si la sociedad colombiana contabilizara el tiempo invertido por las mujeres, de manera sostenida y sin retribución, en la cocina y el mantenimiento del hogar, la crianza de los hijos, el cuidado de los enfermos y de los familiares en situación de discapacidad, habría que darles algo más que las gracias.

Las mujeres no se varan

"Yo me atrevo a pensar que las mujeres jugaron un papel fundamental para que, en medio de una economía estancada, la pobreza bajara", dice la senadora Cecilia López, autora del proyecto. Se sobrecargaron de trabajo y asumieron el cuidado de los enfermos y el recorte del horario escolar, ahorrándole al Gobierno mucho dinero.

Lo que sugiere no es una suposición. La investigadora uruguaya Rosario Aguirre explica que las mujeres han ingresado en el mercado laboral para obtener dinero adicional, han modificado sus pautas de consumo y dieta y realizan acuerdos de convivencia para optimizar recursos.

Para López, medir las tareas del cuidado mostraría que el aporte de las mujeres equivaldría a aproximadamente un 25 por ciento del PIB nacional, tal como han arrojado los cálculos de otros países.

La medición se haría sobre 8,5 millones de mujeres inactivas, de las cuales 5'200.000 son amas de casa. "Este es el principio de una revolución muy de fondo en el mercado de trabajo, asegura la Senadora. Acaba con el aislamiento entre el trabajo no remunerado y el remunerado, que es injusto y subvalora la contribución que media humanidad le hace al desarrollo de su sociedad".

Por su parte, Juanita Barreto, profesora de la Maestría de Trabajo Social de la Universidad Nacional se pregunta "por qué el cuidado se le asignó a la mitad de la humanidad". Para ella, la división sexual de las tareas de hombres y mujeres, clasificando a los primeros dentro de la esfera de lo productivo y a las segundas en la reproductiva, es un error estructural.

Esta división define, así, el cuidado como rol femenino. El problema se ve claro cuando estas tareas del cuidado, enmarcadas en la privacidad del hogar y sustentadas en el "instinto maternal", deben entrar en el ámbito de lo público.

Un ejemplo concreto de esta lucha por la igualdad de condiciones está en el programa de las madres comunitarias, hoy casi con un cuarto de siglo de experiencia. "Veinte años después es claro que el cuidado de la niñez es un trabajo socialmente necesario -asegura Barreto-.

¿Cuál es la mínima exigencia que todavía tienen las madres comunitarias?

Que el Estado reconozca la necesidad de pagar un salario mínimo a quienes desempeñan esa tarea tan importante para la sociedad".

Pero aún reciben una beca en lugar de un sueldo, "una demostración de que el trabajo de las mujeres aún no tiene valor, pues se considera que forma parte de un servicio gratuito que las mujeres están obligadas a prestar".

Aunque el proyecto no tiene como fin pagarles un salario mínimo a las amas de casa, como equivocadamente sugiere el Ministerio de Hacienda -lo que aumentaría el presupuesto nacional en 35,6 billones de pesos anuales-, sí busca que la encuesta realizada en los hogares arroje resultados que permitan elaborar políticas públicas en beneficio de esta población, primordialmente femenina.

¿Qué tipo de políticas públicas?

Institucionalizar el servicio estatal de guarderías, acceso al sistema de seguridad social en salud para las amas de casa, programas de salud que prevengan la mortalidad materna, acuerdos de flexibilización laboral y educación son algunas de las que sugiere la Senadora López.

De aprobarse esta ley, sería la primera en América Latina y busca mejorar la calidad de vida de las mujeres, para desterrar esa idea de que las amas de casa "no hacen nada" o que sigan contestando en las encuestas de uso del tiempo libre que sus momentos de ocio son para hacer oficio en la casa.

Testimonio de un ama de casa

Emma González, de 69 años, vive en el barrio Florencia de Bogotá. Hija mayor, ayudaba a su madre a criar a sus 10 hermanos. No fue a la escuela y la maltrataban.

En 1963 tuvo su primer hijo con un hombre que la abandonó. No tuvo el apoyo de su familia. Trabajó en casinos de obreros, que por fortuna tenían guardería y luego haciendo aseo en casas.

A los 22 conoció a quien sería su marido. Con él tuvo tres hijos más, pero él nunca le ayudó en su crianza. Su rutina durante años fue bañar niños, poner la olla para el almuerzo, lavar, planchar, preparar la comida. Al no saber leer, para salir necesitaba asistencia.

Por años vivieron en la casa de sus padrinos y otros inquilinos le pedían que se hiciera cargo, además, de otros niños y de la comida. Desde hace ocho años limpia la sede de la junta de acción comunal del barrio, con un salario de 100.000 pesos mensuales, 50.000 de los cuales les envía a sus hermanos para el cuidado de su mamá enferma.

DOMINIQUE RODRÍGUEZ D. / REDACCIÓN