23 may 2010

Cuatro cuentos y un voto

Alberto Carrasquilla

El Espectador, Bogotá

Mayo 23 de 2010

En su ala mediática, la capacidad de echar cuentos que exhibe el análisis económico colombiano no me deja de sorprender. Cuatro ejemplos.

Primero: en Colombia el Gobierno no ahorró durante las vacas gordas mundiales de 2003-2008, aun cuando redujo a la mitad su relación de deuda y multiplicó el valor de sus activos. Segundo, en Colombia la irresponsabilidad fiscal ha valorizado la moneda y los demás activos. Tercero, en Colombia el empleo y el capital son insumos sustitutivos en la producción, de tal suerte que para aumentar el empleo hay que subir el costo de usar el capital. Cuatro, hay desmadre fiscal, cosa que implica clavar más impuestos a como dé lugar, pero al mismo tiempo hay una bonanza fiscal que hay que ahorrar.

Entre 2002 y 2008, plena época de vacas gordas, la deuda pública colombiana bajó en el equivalente a unos 20 puntos del PIB, en tanto que la deuda pensional bajó en lo equivalente a otros 40. Durante el mismo período, las acciones del Gobierno en entidades como Ecopetrol y Telecom se valorizaron notablemente. Aunque la magnitud exacta de dichas ganancias es difícil de calcular, cabe pensar que el valor de dichas empresas, con regulación completamente indefinida, en un caso, y un piano actuarial a cuestas, en el otro, era cercano a cero en 2002. En contraste hoy día, según las cotizaciones de bolsa, valen varios billones de dólares.

Segundo, afirmar que el fortalecimiento de la moneda, lejos de reflejar optimismo respecto del futuro del país que la emite, refleja todo lo contrario --es decir, un inminente desmadre con origen fiscal-- equivale a decir que las acciones emitidas por una empresa se valorizan al conocerse que ella va camino al despeñadero financiero. Si para valorizar activos basta reducir ingresos y aumentar costos, el Euro ---gracias al generoso progresismo mediterráneo-- competería con el dólar de Zimbabue como la moneda más fuerte del mundo.

Tercero, el hecho es que el stock de capital por trabajador en Colombia no llega al 25%del nivel observado en Estados Unidos. En la explicación del abismo que hay entre nuestro nivel de vida y el de ellos, figura de manera muy prominente esta monstruosa escasez de capital. Al mismo tiempo, el costo de contratar mano de obra en el mercado formal es altísimo y de ahí nuestro desempleo y nuestra informalidad. El problema no es que usar el recurso escaso sea muy barato en Colombia, el problema es que usar el recurso abundante, al menos formalmente, es demasiado caro.

Por último, no tiene mucho sentido diagnosticar que el país, simultáneamente, adolece de una crisis fiscal y de una bonanza fiscal. La combinación de políticas que se propone, al amparo de esta tesis, consiste en clavar impuestos y, al mismo tiempo, ahorrar la bonanza fiscal proveniente de la minería. Como si el mismo dinero, que es fungible, produjera mejores resultados económicos y sociales en unas cuentitas de ahorro estatales sembradas en el exterior, que en manos de los ciudadanos que lo producen con su esfuerzo.


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Un amigo argentino me confesó su envidia, sentimiento que presiento extendido por toda América Latina, de cara a las elecciones colombianas del domingo. No es para menos; contamos con 6 opciones de lujo para escoger quien suceda, y con qué idea de país en mente, al Presidente Uribe. Yo votaré por Germán Vargas, dueño de todos los pergaminos como defensor de la Seguridad Democrática y autor de un programa de Gobierno profundo y coherente, el cual ha expuesto con claridad, altura intelectual y todo el respeto que la opinión y los contrincantes merecen. Presidentazo.