28 abr 2010

TLC: trato injusto de EU

Editorial

El Colombiano, Medellín

Abril 28 de 2010

Cuando el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo Plata, al referirse a una eventual ratificación del TLC con Estados Unidos por parte del Congreso de ese país, dijo: "se va uno con un nivel de desconcierto por la desconexión entre el discurso y las acciones. Yo veo que el TLC de aquí al 7 de agosto es muy difícil", dejó en claro que al Gobierno y al Congreso estadounidenses definitivamente les ha faltado voluntad política frente al tratado comercial con Colombia.


El Presidente Obama propuso el comercio exterior de exportaciones como la principal estrategia para enfrentar el alto desempleo que ha soportado el país del norte. Adicionalmente, y frente al avance que países competidores de los Estados Unidos, como China y los de la Unión Europa, han logrado con la firma de tratados comerciales, y de las evidentes ventajas que ello representa para la venta privilegiada de bienes y servicios, el Mandatario reconoció la importancia de dichos acuerdos como instrumento comercial que debe aplicar su país para no quedarse atrás de sus pares comerciales.


Pero parece, como acertadamente lo reconoce el Ministro Plata, que las realidades políticas de Washington han prevalecido sobre las intenciones que tanto el Presidente Obama como algunos de sus funcionarios han manifestado con respecto a la aprobación del acuerdo comercial con Colombia.


Estas realidades tienen que ver con el afán del partido Demócrata de mantener el control del Capitolio, de cara a las decisivas elecciones al Congreso del próximo mes de noviembre, en donde el apoyo de los sindicatos estadounidenses, que son mayoritariamente opuestos al tratado, es fundamental.


Sin embargo, no hay que pensar que el problema de la ratificación definitiva del tratado con Estados Unidos sólo recae en el complejo mundo político estadounidense. En Colombia también se han cometido errores injustificables, y ciertos sectores asumieron posiciones que han lesionado no sólo el trámite del tratado sino los intereses y la imagen del país.


Las dificultades que en su momento se tuvieron adentro del propio Gobierno colombiano cuando un ministro entrabó el avance de la discusión del acuerdo; las posiciones egoístas y recalcitrantes de algunos gremios que sólo defendían sus intereses en contra de los del resto de colombianos; y la diplomacia paralela que la oposición le montó al TLC y que ensombreció la imagen de Colombia, tuvieron como resultado que se frenara el ingreso del país al mercado de libre comercio con Estados Unidos. Colombia dejó pasar el tiempo y perdió una gran oportunidad en el Gobierno Bush, cuando el Ejecutivo republicano tenía mayorías en el Congreso.


Frente a la realidad política del TLC con Estados Unidos, no le queda a Colombia otra salida que agilizar la firma de los tratados comerciales con Canadá y la Unión Europea y, en general, insistir en la necesidad de seguir ampliando mercados y firmando acuerdos de cooperación comercial y libre comercio como, por ejemplo, con Asia Pacífico. Al mismo tiempo, el Gobierno Nacional y las fuerzas vivas del país deben mantenerse firmes en las gestiones necesarias de presión ante el Ejecutivo y el Congreso estadounidenses.

En algún momento Washington se tendrá que dar cuenta del trato injusto y discriminatorio que le está dando a la nación colombiana, su mejor y más leal aliada en el continente americano.