15 abr 2010

Sindicalismo: la degollina venezolana

Por Libardo Botero C.

Blog Debate Nacional, Medellín

Abril 15 de 2010

La cúpula sindical y varias ONG criollas le han vendido al mundo la falacia de que somos el país con más sindicalistas asesinados en el mundo. Semejante infamia se ha derrumbado estruendosamente. Distintas personas nos hemos rebelado contra semejante exabrupto y la verdad empieza a develarse. El caso de Venezuela es prueba apabullante.

En varios escritos he argumentado que otros países con mayor población y fuerza de trabajo, tasas de sindicalización más elevadas e indicadores similares o superiores de homicidios, debían tener por lógica estadística un número de sindicalistas asesinados por año mucho mayor que el nuestro.

Se me ocurrían casos como los de Brasil y México. Y hasta los mismos EE.UU. Pero allí no existen entidades como la Escuela Nacional Sindical de Colombia, dedicada a buscar con lupa cualquier sindicalista muerto violentamente, para sumarlo y adjudicarlo a una “masacre” planeada oficialmente. He rastreado información pertinente en esos y otros países, sin resultados.

Pero la liebre salta donde menos se piensa. Hace unos días me tropecé con cifras escabrosas de un vecino que debe ostentar sin discusión ese desafortunado honor planetario: Venezuela.

PROVEA, la principal entidad venezolana defensora de derechos humanos viene registrando la evolución allí del fenómeno de la violencia en general, y contra sindicalistas en particular. Las cifras no dejan lugar a dudas, como veremos.

La población venezolana es de 28 millones, sensiblemente menor que la nuestra, rayana en los 45 millones. Sin embargo el número total de homicidios en 2009 fue casi idéntico al nuestro: poco más de 16.000. Mientras en los últimos diez años aquí la tasa de homicidios cayó desde 70 por cien mil habitantes hasta 32, en la república “bolivariana” se ha multiplicado por tres, acercándose a 60 por cien mil habitantes (en Caracas supera los 100). Se detiene menos de 9 sospechosos por cada 100 homicidios y las condenas son minúsculas, lo que pinta la impunidad pavorosa.

Y en el sindicalismo la situación es alarmante. Según PROVEA, los dirigentes sindicales asesinados fueron 45 en 2005 (enero a diciembre), y para períodos interanuales de octubre a septiembre, 48 en 2006-2007, 29 en 2007-2008, y 46 en 2008-2009. Para esos años en Colombia el total de homicidios de sindicalistas fue, según cifras oficiales: 40 en 2005, 60 en 2006, 26 en 2007, 38 en 2008, 28 en 2009. Con una población que supera la venezolana en 17 millones, tuvimos en 2009 la mitad de sindicalistas muertos violentamente.

No sobra explicar que la inmensa mayoría de los homicidios en nuestro caso no tienen que ver con la actividad sindical. Lo probó un estudio académico muy serio de Daniel Mejía y Maria José Uribe de la U. de los Andes el año pasado, reconocido por The Washington Post. Según las autoridades solo se presume que uno de los 28 casos de 2009 estuvo relacionado con su militancia gremial.

En cambio en la Venezuela chavista la situación es crítica. El “socialismo del siglo XXI” ha golpeado al sindicalismo mayoritario, que no se pliega a sus tesis alucinadas, y fomentado un paralelismo sindical sin antecedentes. En especial entre sindicatos que proveen los trabajadores a numerosas empresas, públicas más que nada. La casi totalidad de los asesinados lo son por disputas intersindicales en la puja por el empleo, en episodios donde juegan intereses mafiosos, matonescos y de funcionarios corruptos.

La dirigencia sindical internacional se hace la de la vista gorda ante semejante situación, lo mismo que las ONG de DDHH y los partidos de izquierda. A la vez que siguen repicando su monserga contra Colombia atravesándose a las negociaciones de acuerdos comerciales con Norteamérica o Europa, callan sobre la tragedia venezolana. Es hora de destapar su hipocresía y doble rasero moral.