19 mar 2010

¡Todos al tablero!

Tomás Uribe Mosquera
Portafolio, Bogotá
Marzo 19 de 2010

Muchos análisis sobre derechos humanos y derechos laborales pecan por incompletos. Brasil es conocido por sus ejecuciones extrajudiciales, pero el último informe 'onusiano', basado en el 2007, sólo provee datos parciales para algunos lugares (Río, São Paulo...) y autores presuntos. Tienen lagunas los informes sobre mano de obra infantil y forzada, a menudo indígena, en dicho país.

Amnistía Internacional, en su informe del 2009, incluye a los líderes sindicales brasileños entre los "defensores de DD. HH... estigmatizados por las autoridades y amenazados por aquellos cuyos intereses contrarían", sin reseñar la violencia contra esta categoría vulnerable. Al cuantificar la violencia antisindical en Colombia, la Confederación Internacional Sindical (CIS-ICTU) usa los datos de la Escuela Nacional Sindical (ENS), pero emplea los oficiales en otros países. Muchos la ocultan. Venezuela, cuya violencia antisindical asemeja la nuestra, informa oficialmente el homicidio de 4 sindicalistas en el 2009. Provea, álter ego venezolano de ENS, contabiliza 46.

Tanta incoherencia desacredita la afirmación del CIS de que "más de la mitad de estos homicidios" ocurren en Colombia. Ello no le impide a la ONU retomarla en su último informe sobre defensores de derechos humanos en Colombia. El pasado 10 de marzo, un alto funcionario 'político' de la Comisión Europea tildó públicamente de "insensibles" a los negociadores del Acuerdo de Asociación con Colombia por haber evocado el progreso notable registrado en esta materia desde el 2002.

No se refirió así a quienes negocian el Acuerdo UE-Centroamérica, en donde dicha violencia, siempre alta, va en auge. Algo semejante se oye en Estados Unidos en sendos discursos oficiales sobre Cafta y 'nuestro' TLC.

La violencia nos acompaña desde hace décadas. Fue cruenta la liberal-conservadora, sigue siéndolo la guerrillera y la ferocidad sanguinaria de los paramilitares 'históricos', felizmente desmovilizados en su mayoría, ha quedado impresa en el imaginario colectivo global. Así ocurre con las ejecuciones extrajudiciales mal llamadas 'falsos positivos', aún si las cifras informadas por Cinep para el primer semestre del 2009 (4 víctimas) no guardan relación con las de periodos anteriores, y son 20-25 veces más elevadas aquellas de la -también atroz- 'limpieza social', tristemente asociada con... Brasil, Centroamérica, Colombia y, hoy, Venezuela.

Un académico de la Universidad de Antioquia no controvierte la tasa de homicidio 'antisindical' colombiana de 6,1 por ciento para el 2008 (hoy: 4,9 por ciento) ni su semejanza con ciertas tasas nacionales (E.U.: 6.1; Uruguay: 4,3), pero sólo juzga válido compararla con sendas tasas de homicidio antisindical, o sea cero.

¿Debe ser éste el benchmark para sindicalistas, aún no siéndolo para toda la población (en el 2007, la OMS evocaba una tasa de homicidio 'aceptable' del 10 por ciento, según Soares y Naritomi)? Ningún asesinato es tolerable, pero ¿cuántos países en desarrollo calificarían bajo un criterio de 'tolerancia cero'?

Colombia ha mejorado considerablemente su 'desempeño sindical' en dos indicadores que la ONU, UE y Norteamérica critican: homicidios y detenciones arbitrarias (éstas cayeron en dos tercios desde las eras Pastrana y Uribe 1). Hay seria preocupación sobre sindicalistas desplazados, pese a que cae el desplazamiento en Colombia. El mal ajeno no excusa el propio, pero tampoco es admisible el doble estándar. Otros países 'pasan de agache'. Deberían 'pasar al tablero' y presentar el examen con... nuestros calificadores.

tomasuribemosquera@gmail.com