1 nov 2009

El cambio de Sintraempaques, ejemplo para el país

INTERVENCIÓN DEL DR. PEDRO MIGUEL ESTRADA, PRESIDENTE DE LA COMPAÑÍA DE EMPAQUES

CELEBRACIÓN DE LOS 55 AÑOS DE SINTRAEMPAQUES

Medellín, Noviembre 1 de 2009

Yo voy a ser un poco menos extenso. Pero hablo de que esa extensión de Germán (Restrepo) me parece supremamente importante; y yo creo que el cambio de Germán, el cambio de ese sindicato Compañía de Empaques, que se cuenta en pocas palabras, es una cosa demasiado significativa para país y es un ejemplo para la industria nacional.

Señor Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez; señor Germán Restrepo Maldonado, Presidente del sindicato Sintraempaques; doctor Alberto Echavarría, Vicepresidente de Asuntos Sociales y Jurídicos de la Andi; señor Angelino Garzón, Embajador de la República de Colombia ante OIT; señores afiliados al sindicato de Sintraempaques y sus familias; señores embajadores o representantes de misiones diplomáticas y demás invitados especiales:

En septiembre de 1954, mucho antes de yo nacer, nació el sindicato Sintraempaques como el sindicato de los trabajadores de la empresa Compañía de Empaques S.A. Eran épocas donde el sólo mencionar la palabra sindicato era mencionar la maldición, porque ello era el reflejo de lo que se vivía en ese entonces.

Sindicatos que en muchas ocasiones trataban de exprimir a las empresas hasta acabarlas, agazapados en espera de una equivocación del empresario para demandarlo y conseguir cuantiosas condenas. Que no proponían nada, sino que su labor era criticar todo lo que el empresario manifestaba; que pretendían en sus convenciones colectivas se acordaran múltiples prebendas, no importando si la empresa las podría sostener; que no pensaban en el futuro de la empresa, sino en su presente con egoísmo.

Eran épocas duras donde cada una de las partes miraba a la contraparte con la finalidad de acabarla y no la de buscar un acuerdo bueno para ambos; no existía el diálogo y se desconocía la concertación. Época donde en las empresas había daño y sabotaje a la maquinaria, muchos despidos con o sin justa causa, múltiples conatos de incendio, gran cantidad de demandas laborales, ataques a personas, retenciones por la Policía de líderes sindicales y hasta encarcelamiento del presidente del sindicato para investigar la comisión de supuestos delitos, huelgas, arengas.

Época donde el sindicato defendía a cualquier afiliado e inclusive le otorgaba fuero, así fuera un mal trabajador y peor ciudadano, defendiendo a la persona y no a los trabajadores en general. Y las negociaciones eran dilatorias hasta que se cansara la contraparte.

Tenía yo un escaso año de edad cuando, como era normal para la época, estaba enfrentado desde hace mucho tiempo en esa guerra de poderes intransigentes el sindicato contra la Compañía de Empaques y viceversa. No en vano, el primer Tribunal de Arbitramento que se firmó –óigase bien- en Colombia en 1966, dirimió un conflicto laboral colectivo entre la empresa Compañía de Empaques y el sindicato Sintraempaques. De ello, afortunadamente no queda si no la historia que nos servirá para conocerla y no repetirla, y ha sido uno de nuestros retos.

Algún día cercano a los años 90, los representantes de los sindicatos entendieron que ese no era el camino, que para progresar no había que hacerlo sobre las ruinas del capitalismo, con la destrucción de la empresa. Entendieron que sin empresa no hay trabajo, que sin empresa no hay sindicato y que los enemigos no eran los accionistas ni los directivos.

Así empezamos a construir una mejor forma de relacionarnos, donde primaban principios de respeto a la contraparte y de su pensamiento, así no fuera compartido. Confianza y credibilidad en el otro y no pensar que se quiere su destrucción, sino el bien común. Que difícilmente alguien conoce más de las máquinas y los procesos que los mismos operarios, una relación basada en el gano-ganas.

Fruto de esas buenas relaciones entre las partes, existieron varias negociaciones colectivas donde en la medida que a la empresa le iba bien, entonces a los trabajadores les iba bien. Y así se negociaron varias veces la convención colectiva, en una forma ágil.

Pero la empresa no siempre podía vender lo que requería para sostenerse y después de la apertura económica se fue presentando una pérdida de mercado significativa, y por consiguiente, una pérdida de empleos importante. La empresa no era competente, tenía altos costos laborales, entre otros, que la hacían inviable y si no se hacían grandes cambios se continuarían perdiendo empleos a un ritmo vertiginoso.

Pasamos de 1.300 fuentes de empleo a 700, contando con lo empleos temporales. Y es cuando aparece la grandeza de los directivos sindicales y de sus afiliados, cuando se dan cuenta que lo que la empresa les estaba manifestando hacía rato, no eran mentiras. Había llegado la hora de quitarle el exceso de carga a ese barco que se llama empresa, para que pudiera competir más livianamente.

Decide entonces el sindicato proponerle a la empresa el anticipar las negociaciones colectivas y el sindicato, en dicha negociación, renuncia a esa cartilla sindical, que entre sus primeros renglones enseñaba no ceder jamás a prebendas convencionales; o como ustedes conocen el dicho ‘ni un paso atrás’.

Fruto de ello en esa negociación se llega a pactar entre las partes, entre otras cosas, lo siguiente:

Quitarle el efecto salarial a la prima de Navidad y a la prima de vacaciones, aumentando en días las primas.

Eliminar la proveeduría que vendía artículos al costo, por descuento de nómina y les llevaba hasta la casa a los trabajadores el mercado, viviera donde viviera.

Colocarle un valor a la alimentación del restaurante, de manera que pasara de 25 centavos a 500 pesos, y fuera año a año actualizando su valor.

Eliminar el 40 por ciento del transporte del personal en las horas del almuerzo y en la tarde, por la cercanía a los excelentes medios de transporte como es el metro, los buses. Pero volviendo la empresa a vincular al personal a término indefinido y mejorando los salarios, los auxilios, préstamos convencionales, etcétera.

Una cosa muy importante era que los mismos líderes sindicales que antes fueron partícipes de toda esta época de confrontación, ahora eran los mismos que estaban liderando el diálogo y la concertación.

Indudablemente ese día el sindicato Sintraempaques dio un mensaje de grandeza, aceptando eliminar prebendas innecesarias, transformando otras e incluyendo aquellas que beneficiarían a los trabajadores, pero que no colocaran en riesgo a la empresa y su estabilidad laboral.

Sin embargo, a pesar de ese esfuerzo, los sindicatos se dan cuenta que ello no fue suficiente. Y viendo la oportunidad de generar ingresos para repartir entre sus afiliados y para brindar estabilidad a las personas, deciden plantearle a la empresa la posibilidad de acordar un contrato sindical.

Desconociendo como sería ello en una empresa industrial, la empresa tenía contratada una temporal a la cual le termina su contrato y acepta el reto del contrato sindical. Después de un estudio juicioso entre las partes se estructura lo que hoy existe.

Nuevamente Sintraempaques y Compañía de Empaques se llevan la mención de ser pioneros, pero ya en algo positivo. Fuimos los primeros en Colombia en acordar un contrato sindical en una empresa industrial. Este contrato sindical ha sido ejemplo nacional de concertación, de un buen manejo de excedentes generados que se distribuyen entre los afiliados, partícipes, en forma de bonificaciones, incentivos, auxilios, préstamos, capacitaciones.

Un buen ejemplo de la solidaridad colectiva, lo que ha generado que varias empresas y sindicatos del país hayan solicitado la asesoría para ellos también convenir contratos sindicales; algunas de las cuales están aquí representadas por directivos empresariales o sindicales.

Somos concientes que si el sindicato no hubiera colaborado y acordado eliminar y transformar prebendas, y haber convenido el contrato sindical, la empresa hubiese desaparecido o llegado a un tamaño insospechado, con disminución drástica de sus puestos de trabajo.

Hoy, la empresa tiene casi 500 trabajadores vinculados mediante contrato de trabajo; tiene una convención colectiva firmada a cuatro años. El sindicato hoy es tenido en cuenta como una contraparte importante, es escuchado en los buenos y malos momentos, sus opiniones son valoradas.

En la empresa Compañía de Empaques tenemos la convicción que cada persona es libre para decidir si se afilia o no al sindicato. Pero de lo que si estamos seguros es que preferimos mil veces el sindicato de hoy al sindicato de antes. Y aclaro que no es un sindicato de bolsillo, patronista, porque no se olvida de dar a conocer sus opiniones, de manifestar sus inconformidades, de exigir lo que considera justo, de informarnos de nuestras equivocaciones; pero todo dentro de un marco de respeto, de cultura, en medio de diálogo y concertación.

Qué bueno que en el país se entienda este ejemplo de un sindicato proactivo, propositivo, que busca la preservación del empleo y de la sociedad, que entienda que existen momentos de pedir y momentos de ceder. Un sindicato que se preocupa para que todo el personal produzca con calidad, que lucha contra el ausentismo, la no accidentalidad y por la generación de empleo con responsabilidad social.

Qué distinta sería Colombia si todos los sindicatos tuvieran esa concepción de Patria que tiene Sintraempaques, el cual está ayudando a que se reescriba un nuevo derecho laboral basado en hechos.

El reto para todos ustedes es que esta filosofía no se pierda y que tanto Gobierno, industria y trabajadores sigamos luchando por el bienestar y el empleo de los colombianos.

Muchas gracias.