1 may 2008

Nuevo sindicalismo por un Pacto Social

PALABRAS DE WALTER NAVARRO, PRESIDENTE DEL SINDICATO DE PROFESIONALES DE EMPRESAS PÚBLICAS DE MEDELLÍN, A NOMBRE DEL NUEVO SINDICALISMO

Medellín, Mayo 1 de 2008

“Buenos días a todos:

Nuestra Corta Experiencia Sindical

En el año 2002, cuando a finales de septiembre, nos propusimos crear el sindicato de profesionales de EPM como respuesta al decreto ley 1919 que paradójicamente firmó el presidente Uribe, todos en la Empresa estábamos un poco asustados en involucrarnos en un gremio al cual habíamos sido asépticos y escépticos.

En nuestro trasegar laboral, habíamos sido testigos de varias crisis económicas, políticas y sociales de nuestro azotado país, y vimos como el sindicalismo no fue quien desde el punto de vista social había dado respuesta positiva a la conservación del empleo digno, que en última instancia debería ser la razón de ser de estas agremiaciones.

Nosotros, en el Sindicato de Profesionales, tratando de interpretar no solo el sentir del colectivo de la empresa, sino el de la ciudad, nos constituimos en impulsores del blindaje de nuestra empresa más querida de la ciudad y de la región, tratando de protegerla de la práctica nefasta de connivencia entre políticos y sindicatos que desangraron gran parte del patrimonio público del país.

Más tarde, y ante la inminente compra de EADE por Empresas Públicas de Medellín, tratamos de darle una mano a sus trabajadores para que se afiliaran a nuestro sindicato y así poder facilitar la fácil incorporación de EADE en EPM, pero desafortunadamente pudo más la insensatez de unos pocos que conllevó a los nefastos resultados de más de 200 empleos suprimidos y la pérdida de una serie de beneficios relacionados con la sustitución patronal que se habrían mantenido para quienes hoy trabajan en EPM.

Esta experiencia sirvió, no obstante para que, días después, motivados por nuestra acción en defensa de los trabajadores de EADE, los sindicatos que en EPM denominamos SINDICATOS AMIGOS, nos abordaran para conocer de primera mano, una experiencia sindical que para la mayoría de los colombianos, pasa desapercibida, pero que debemos rescatar y resaltar por cuanto significa en nuestra opinión, el deber ser del sindicalismo del siglo 21.

Es así como conocimos a Gerardo Sánchez, Germán Restrepo, Fernando Cadavid, Camilo Torres, Fernando Bayona, Eufrasio Ruiz, Ana Lucía Rojas, César Velazco, Albeiro Franco, Gustavo Palacios, Mario Isaacs, Javier Ramírez, además de nuestros queridos asesores y amigos Libardo Botero, Antonio López, Alberto Arroyave, Fernando Alameda, Mario de J. Valderrama. Y seguramente algunos que se me escapan. Últimamente tuvimos la grata sorpresa de conocer a Oswaldo Cuadrado con quien compartimos el norte de este nuevo rumbo que está tomando el sindicalismo y por supuesto debemos recordar a nuestro inmolado compañero Jairo Giraldo Rey, quien fue defensor incansable de los más de 6000 puestos de trabajo agroindustrial de la región norte del Valle del Cauca.

Hoy, gracias a nuestras coincidencias en el proceder sindical, estamos aquí reunidos para reivindicar una verdad de pulso: “Una sociedad es viable si todos los grupos que la conforman son viables”. Ese es el eslogan básico de la responsabilidad social y es lo que nos reúne aquí en este Gran Pacto Social Gobierno – Empresarios – Trabajadores, por la dignificación del trabajo, hoy precisamente día Internacional del Trabajo

A continuación les describo asuntos necesarios como contexto de este Pacto Social.

Luces y sombras de nuestra situación

Nuestro país ha vivido momentos difíciles en los últimos lustros, tanto por el azote de la violencia protagonizada por grupos al margen de la ley, como por la crisis económica que sacudió a gran parte del mundo a finales del siglo pasado y comienzos del actual. Los dos fenómenos conjugados provocaron muerte y desolación, caída de la inversión, desempleo, degradación social y graves amenazas a la institución del estado democrático.

Aunque el clima de violencia fue generalizado y afectó en mayor grado a ciertos sectores, el movimiento obrero no escapó a sus letales coletazos. Del mismo modo los trabajadores vieron como sus ingresos se menguaban, numerosos empleos se esfumaban, y las condiciones de contratación laboral para muchos eran reducidas a precarias e indignas condiciones.

Por fortuna el país reaccionó y ha logrado en los últimos años revertir esa situación. Antes que nada, con el combate a los violentos, que ha logrado reducir los índices de criminalidad a estándares cercanos al promedio mundial, cuando estuvieron por décadas disparados y muy por encima de éstos. Todo colombiano sensato que haya vivido aquel pasado no puede hoy menos que reconocer este logro trascendental del gobierno actual. El movimiento sindical debe saludar también los esfuerzos ingentes de las autoridades para protegerlo de amenazas y ataques, aunque, como sucede en el conjunto del país, todavía falte tanto por hacer.

Dentro de ese proceso, el desmonte del paramilitarismo constituye, pese a lo polémico, uno de los logros más importantes. No sólo por el alto número de los desmovilizados, de las armas entregadas, y del consecuente descenso de la criminalidad en las zonas donde operaron. Sino en especial porque se ha llevado a cabo bajo los cánones de una ley como la de Justicia y Paz, sin antecedentes en nuestra historia, regida por los preceptos de verdad, justicia y reparación. Celebramos además el que, de manera institucional, el país adelante esa especie de catarsis que es el proceso de la llamada “parapolítica”, dolorosa pero necesaria para purificar los partidos y las instancias de poder.

No debe olvidarse, sin embargo, que el mayor peligro para el país lo sigue representando la actividad terrorista de las guerrillas que persisten en su accionar. Nosotros aspiramos a que, sin renunciar a seguir en el ejercicio firme de la autoridad por el Estado, más temprano que tarde se llegue a un proceso similar de negociación y reinserción a la vida civil por parte de las guerrillas. No habría razón, en todo caso, para que no se guiara por los mismos parámetros de verdad, justicia y reparación del actual. Y qué bueno sería que el país viviera también una catarsis verdadera, como la actual, que desnudara la relación de tantos sectores aquí y allá con la guerrilla, y se les aplicara el condigno castigo. El movimiento obrero sería, seguramente, uno de los más beneficiados de semejante deslinde, curándose de una de las dolencias que tanto lo ha aquejado.

Pasando a otro aspecto de nuestra situación, el económico y social, también podemos reconocer cambios muy positivos. Hoy observamos una alentadora tasa de crecimiento de nuestro producto interno, un descenso persistente del desempleo, una reducción significativa de la inflación, el incremento sistemático de la inversión, descensos de los niveles de pobreza, y extensión sin pausa de la seguridad social y la cobertura educativa. Así como no tenemos reato en reconocer esos avances, aplaudirlos y desear que se afiancen y perduren, no podemos menos que señalar que persisten enormes desigualdades, carencias y debilidades, que es indispensable afrontar con toda la energía necesaria. El mismo Presidente de la República insiste constantemente en este enfoque.

No queremos entrar en detalle en este particular. Pero sí queremos dejar sentado que es indispensable conjugar los esfuerzos y energías del mayor número de sectores y organizaciones de nuestra sociedad para seguir en el camino de mejoramiento. A eso habremos de referirnos más adelante.

Por un nuevo sindicalismo

Como lo expresé antes, es bien conocido que el sindicalismo no pasa por un buen momento en Colombia ni en el resto del mundo. En casi todas partes ha descendido vertiginosamente la tasa de afiliación desde hace varias décadas, perdiendo por ende capacidad de lucha y liderazgo en la búsqueda del mejor estar de los trabajadores. Distintas causas se atribuyen a ese fenómeno. Probablemente la más poderosa sea, a juicio de muchos analistas, el fenómeno de la globalización y las transformaciones concomitantes en las relaciones económicas y en la organización de la producción y los servicios. Atribuir tales mutaciones a la exclusiva aplicación de políticas denominadas “neoliberales”, estigmatizándolas de contera como retrógradas, parece demasiado simplista y constituye además un fácil expediente para evadir un análisis más integro, en el cual cobran relieve las propias responsabilidades del sindicalismo.

Algunos inclusive han llegado a pronosticar la muerte del sindicalismo, pues presumen que éste fue un movimiento propio de las primeras etapas del capitalismo, que habrá de desvanecerse con el predominio creciente de la que se ha dado en llamar sociedad del conocimiento. Aunque seguramente los cambios económicos tengan efectos más duraderos de lo que suponemos en la esfera de la organización gremial de los trabajadores, de suerte que no sea sensato pensar en volver a los viejos tiempos de un sindicalismo boyante y arrogante, no creemos que el espacio para éste haya desaparecido. Sin embargo, si no se realiza un profundo auto análisis de la situación y se adoptan correctivos de fondo, es previsible que la caída en picada de la afiliación prosiga sin atenuantes.

El caso colombiano es patético. Según los últimos datos conocidos, de hace unos 2 años, los afiliados a sindicatos son solo unos 830.000, apenas el 4.5% de la fuerza laboral, que supera ya los 18 millones de personas. Pero la situación es más dramática si tenemos en cuenta que más del 60% de esos afiliados, es decir alrededor de 500.000 son del sector público, el cual ocupa apenas un poco más de un millón de trabajadores. O sea que allí casi la mitad está sindicalizada. En cambio, en el sector privado, asiento de las principales actividades productivas y de servicios que forjan la riqueza del país, donde se generan en números redondos unos 17 millones de puestos de trabajo, el número de afiliados apenas sí rebasa los 300.000, es decir, menos del 2% del total.

Resulta casi cómica, en medio de esta situación, la arrogancia de quienes se sienten dueños y señores de la representación de los trabajadores y se jactan de ello, cuando no son más que una esquelética mayoría de esa inmensa minoría que son los sindicatos. A nosotros nos preocupa más la situación de aquellos millones de trabajadores desprotegidos y sin herramientas para luchar por su reivindicación y progreso. Más que las garantías mayores o menores de un grupo reducido, valiosas sin lugar a dudas, insita nuestra atención la falta de garantías de la gran masa.

En estas condiciones, un grupo de sindicatos, significativo no tanto por el número sino por la importancia de los sectores a los que está vinculado, ha venido acercándose hace cierto tiempo para buscar alternativas a la crisis que se vive. Y ha llegado finalmente a la conclusión de que es necesario trabajar para fortalecer una corriente que encarne los propósitos de un nuevo sindicalismo.

Decimos nuevo porque uno de los primeros puntos de consenso es la necesidad de abandonar las concepciones, estrategias y prácticas del viejo sindicalismo, mandadas a recoger y que bastante daño les ha hecho a los trabajadores y al país. El apego a esquemas organizativos y de lucha anquilosados, su intransigencia visceral, su sectarismo extremo, su dependencia de grupos políticos radicales, su negativa tozuda a la concertación con empleadores y gobierno, su inflexibilidad ante los cambios en la organización económica y social, su actitud de privilegiar intereses particulares sobre los generales, su ambigüedad en deslindar campos con grupos violentos, entre otros factores, los descalifican para abanderar la recuperación del movimiento sindical.

Permítanme, para el efecto, citar el caso de la empresa Coltejer. Como es sabido, vive una crisis aguda fruto del desplazamiento de los géneros nacionales por extranjeros que aplican un claro dumping, y se encuentra en incapacidad de competir exitosamente con los costos actuales, sobre todo los laborales. Un sector de la dirigencia sindical, anquilosada y que a todo se opone, rechazó la propuesta de los dueños actuales de crear una nueva empresa, convirtiendo las prestaciones de los obreros en acciones, al estilo de lo hecho en Paz del Río, quedando éstos de accionistas mayoritarios. Se le daría una solución a la carga de los jubilados, y la nueva empresa acogería a la mayoría de los trabajadores actuales. Los propulsores del nuevo sindicalismo allí, con Gerardo Sánchez a la cabeza, defendieron la bondad de la fórmula, contra las estridencias de los contradictores de siempre. El resultado fue que primó de manera aplastante la cordura y sensatez de los trabajadores de base que, como lo tituló un diario local, salvaron la empresa. Algo similar sucede en el resto de nuestro sindicalismo: las viejas estructuras y liderazgos no se compadecen con los verdaderos intereses de la mayoría de los trabajadores.

Necesitamos un sindicalismo propositivo, auténticamente independiente, democrático, amigo de la concertación y el diálogo con empleadores y gobierno, flexible ante las mutantes condiciones del entorno económico y social, con sentido de responsabilidad social, prestador de servicios esenciales para sus asociados, respetuoso de la ley, ajeno y contrario a los actores armados ilegales, que coloque el interés auténtico de mejoramiento de los trabajadores y el país por encima de estériles confrontaciones antagónicas de clase.

Con tal propósito, en la brega por este nuevo sindicalismo, seguiremos en el proceso de acercamiento y aglutinamiento de las organizaciones gremiales dispuestas a escucharnos, realizando distintos foros programáticos durante los próximos meses. Hacemos este día un llamado a todas las organizaciones que compartan nuestros principios para que se sumen a esta corriente renovadora del sindicalismo, y al conjunto de trabajadores que están dispersos y desorganizados los alentamos a que se decidan a dar el paso de agremiarse, seguros de que encontrarán en nosotros todo el respaldo y apoyo.

Por un amplio Pacto Social

Decíamos atrás que Colombia necesita, para seguir en su senda de avance y coronar importantes transformaciones económicas y sociales, del concurso decidido de la inmensa mayoría de los compatriotas. Esa unidad no presupone ausencia de debate ni de contradicciones, pero sí unos métodos civilizados para sortearlas, y unas metas comunes concertadas en asuntos cruciales para la nación, que permitan dar el salto adelante que anhelan las mayorías.

Tenemos ejemplos a nivel internacional sumamente valiosos de consensos o pactos entre sectores básicos de la sociedad, como los de España e Irlanda. En el primero, al restaurarse la democracia y aprestarse a ingresar a la Unión Europea, se produjeron, tanto entre los distintos partidos políticos, como entre las organizaciones empresariales y de trabajadores, con el propio Estado a la cabeza, acuerdos sustantivos que han tenido resultados encomiables. Cada sector cedió en determinados puntos, pero el beneficio general fue superior. El acatamiento al Estado de Derecho y el rechazo al terrorismo, en lo político, al igual que transformaciones de envergadura en el sistema de seguridad social, hicieron parte integrante de los acuerdos, asegurando el afianzamiento de la democracia en la Península y la sostenibilidad financiera y extensión de la cobertura del régimen pensional y los servicios de salud que se hallaban en precarias condiciones en el pasado. Los temores al ingreso a la Comunidad Europea, válidos en razón del atraso secular de España frente a sus socios del norte, dieron paso al orgullo que sienten hoy al haber coronado con éxito su inserción y ser miembros de primera clase de ese proyecto, gracias en buena medida al consenso mencionado.

Irlanda ha sido calificada como el “milagro celta”, parodiando al de los “tigres asiáticos”. Un pacto social en la década de los 80 del siglo pasado, entre empleadores, trabajadores y gobierno es uno de los principales responsables de la conversión de uno de los países más pobres de Europa para entonces, en el que ostenta hoy el nivel de ingreso per-cápita más alto de ese continente, y el segundo en el mundo. Por siglos Irlanda fue un país pastoril y agrícola, logrando un escaso desarrollo de la industria, y para empeorar las cosas, azotado repetidamente por enfrentamientos violentos. A tal punto que su población, durante el siglo anterior, en lugar de crecer se redujo, por la emigración de millones de personas víctimas del hambre y las guerras. Ostentaba el mayor índice de huelgas de Europa. Para asombro de quienes viven apegados a osificadas estructuras mentales, los trabajadores organizados, dentro del pacto social renunciaron voluntariamente a realizar huelgas durante varios años, y a restringir temporalmente sus exigencias salariales para aplacar la inflación. Entre todos los estamentos se acordó reducir los impuestos en lugar de aumentarlos para estimular la inversión, abrir puertas a la inversión foránea, y desmontar los aranceles en lugar de elevarlos, para facilitar el flujo comercial y de capitales que permitiera la inserción en la economía internacional. Y los resultados contradicen palmariamente la ortodoxia académica: las huelgas desaparecieron por sustracción de materia gracias al nivel de bienestar alcanzado, la reducción de impuestos provocó tal crecimiento económico que el estado goza de un abundante superávit fiscal, y la caída de los aranceles ha conducido a crear un holgado superávit comercial.

La corriente que encarna este nuevo sindicalismo quiere proponer en Colombia un Pacto Social de similares características, aunque obviamente adaptado a nuestras particulares circunstancias. Así se lo hemos hecho saber al gobierno recientemente, en cabeza del señor Presidente Uribe, que ha acogido con beneplácito la propuesta, y nos disponemos a efectuar el llamado correspondiente a los empresarios y a todas las organizaciones de trabajadores dispuestas sinceramente a ello. Naturalmente instituciones como el Congreso y los mismos partidos políticos deberán jugar un papel crucial en su diseño y ejecución. Es, por otro lado, la concreción del llamado de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a lo que ha denominado el Diálogo Social.

Se trataría de concertar una serie de principios, políticas y estrategias, en distintos órdenes, que revirtieran en el progreso económico, mayor equidad social y afianzamiento de la institucionalidad y los derechos de los colombianos. Sin entrar en detalle nos atrevemos a sugerir algunos temas que consideramos prioritarios:

-La globalización y la manera de afrontarla mancomunadamente, para lograr la modernización de nuestra economía y su participación exitosa en la competencia internacional, sorteando los riesgos que entraña para muchas empresas y para los mismos trabajadores.

-Las transformaciones indispensables en la seguridad social para buscar a la vez la mayor extensión y cobertura de sus servicios, lo mismo que el mejoramiento de la calidad, y la sostenibilidad del sistema a mediano y largo plazo.

-La incorporación des empresas en el Pacto Global, que reivindican la responsabilidad social de las empresas y demás organizaciones (incluido el sindicalismo), incorporando en ella como asunto prioritario la manera de sortear los retos de orden ambiental que afronta el mundo y por consiguiente el país.

-Igualmente, el cumplimiento pleno de los convenios de la OIT, suscritos por el país, con miras a erradicar el trabajo forzoso y el infantil, promover el trabajo digno y decente, con plenos derechos, sin discriminaciones de género ni de ningún orden.

-El rechazo a la violencia como expediente para la solución de los conflictos sociales o de cualquier índole, y a todo procedimiento no ajustado a la legalidad.

Son temas muy vastos y que requieren seguramente estudio y discusión minuciosos para desarrollar consensos, y enorme voluntad política de las partes. Lo cual habrá de requerir un buen tiempo para su concreción y desarrollo. Pero queremos lanzar, a manera de primer paso, una propuesta concreta que abra la puerta para avances posteriores. Vamos a detallarla.

Como lo mencionamos atrás, en los últimos lustros, por diversas razones han proliferado en Colombia distintas formas de precarización del contrato de trabajo, cuyo resultado ha sido el envilecimiento de los ingresos de los trabajadores y la elusión de las obligaciones en cuanto a su seguridad social. Se destaca entre esas formas de intermediación laboral degradantes el uso de la noble figura de las cooperativas –una de las creaciones históricamente más valiosas del movimiento obrero-, específicamente las denominadas Cooperativas de Trabajo Asociado, para explotar sin misericordia a vastos núcleos de colombianos. Afortunadamente el gobierno ha entendido el clamor de los trabajadores y en los últimos años ha regulado tales cooperativas, lo mismo que las empresas de servicios temporales, para evitar que se utilicen para fines tan perversos, ajenos a su misión verdadera. Sin embargo, falta mucho por realizar. Veamos.

A decir verdad, el control y vigilancia del gobierno para impedir que cooperativas inescrupulosas burlen las normas legales y vulneren los derechos de los trabajadores, es magro y sus resultados pírricos. Se necesita verdadero músculo en la función de inspección del Ministerio de Protección Social, no solo para vigilar a las cooperativas registradas sino a las que operan ilegalmente, que no son pocas. El desconocimiento de la misma realidad del fenómeno delata, de entrada, la falta de control y acción estatal. La voluntad política requerida, que no dudamos que existe a nivel presidencial, debe reflejarse eficazmente a todos los niveles de la administración.

Porque no estamos hablando de un fenómeno menor o intrascendente. Mientras los más optimistas calculan en 400.000 el número de miembros de esas cooperativas que no se ajustan a la verdadera misión de las mismas, otros piensan que superan los 600.000 y aún algunos estiman que pueden bordear el millón de personas. Y allí se conjugan distintas aberraciones, bien conocidas. Desde cooperativas de papel, que gentes inescrupulosas manejan en un maletín, como bolsa de empleo que ferian ante cualquier postor, hasta otras que no son más que caballos de Troya de fuertes organizaciones empresariales que las usan para sustituir trabajo contratado con todas sus prerrogativas por trabajo carente de las mínimas garantías legales.

Las repercusiones de distinto orden no son desconocidas. La OIT de vieja data viene reclamando ante Colombia por esta aberración y solicitando una solución al problema. Y ahora que el país negocia o ha firmado tratados de libre comercio con varios países, particularmente en el caso de los Estados Unidos, la presión se ha hecho mayor, pues ellos sienten, y con razón, que la utilización de esos mecanismos de precarización laboral son una forma de competencia desleal de la peor especie, que es aquella que juega al éxito económico a costa del hambre de los trabajadores. Efectivamente nosotros creemos que parte del Pacto Social debe ser un acuerdo de principios entre empresarios y trabajadores en este tema. Colombia debe competir con productividad y calidad de sus bienes y servicios y no con desmejoramiento de las condiciones laborales, y a esa meta deben contribuir ambos: los trabajadores comprometiéndose con lo primero, con sacar avante las empresas, y los empleadores con lo segundo, asegurando condiciones de vida y de trabajo decentes para sus trabajadores.

De tal suerte la propuesta concreta es precisar un convenio nacional entre las organizaciones de empresarios y de trabajadores que estén dispuestas a ello, y con el gobierno, para eliminar en el término más pronto posible esa forma inicua de intermediación laboral, dándole paso a las formas de contratación previstas en el código laboral, incluida entre ellas el contrato sindical que cada vez cobra mayor importancia como forma que se adapta muy bien a las exigencias de la economía moderna. De contera esa sería una forma expedita de revitalizar el sindicalismo, con nuevas y promisorias perspectivas. Si este empeño prospera, como esperamos, señor Presidente, podremos lograr en un espacio corto de tiempo la reivindicación social de cientos de miles de compatriotas. Nos atreveríamos a proponer como meta que no menos de 200.000 trabajadores transformen su forma de vinculación laboral para ajustarse a la ley en un plazo no mayor de dos años y que por ese medio, además, el sindicalismo se pueda fortalecer ya alcanzar guarismos de afiliación sin antecedentes que, ojalá, puedan superar la meta del millón de afiliados, aún modesta pero sin antecedentes en el país.

La tarea que tenemos al frente es de grandes dimensiones y ha de enfrentar resistencias y obstáculos de toda índole. Pero estamos decididos a asumirla. Solo beneficios ha de traer para Colombia la unión por un nuevo sindicalismo y un significativo y renovador Pacto Social como el que proponemos hoy.

Muchas gracias.”

"Hay que darle carne y hueso al gran Pacto Social"

Palabras del Presidente Álvaro Uribe durante la presentación del ‘Pacto Social por un Nuevo Sindicalismo’

Medellín, 1° mayo de 2008 (SP). “Siento emoción de Patria de poder reunirnos esta tarde algunos de mis compañeros de Gobierno y mi persona, con ustedes, representantes de los trabajadores de la Patria, en esta ciudad industrial de Medellín, para celebrar este 1º de Mayo.

Y celebrarlo pensando en cómo debemos avanzar para tener una Colombia próspera, fraterna, que supere la pobreza y cree todas las oportunidades de igualdad.

Primero, quiero agradecer las palabras introductorias de Don Gerardo, llenas de sensatez. Una vida como la de él, dedicada por entero a servir a los trabajadores de la Patria, de su comarca, nunca anquilosado en dogmas, siempre buscando salidas.

Y acabamos de escuchar un discurso magnífico, que nos obliga a anticipar el tiempo, porque no podemos seguir con la idea del pensador francés de que los buenos discursos no son contemporáneos de su propia época.

Las palabras que acabamos de escuchar del Doctor Walter David Navarro, Presidente del Sindicato Profesional de Empresas Públicas de Medellín, son palabras proféticas de lo que tiene que hacer el movimiento de los trabajadores en la época presente. Lo importante es que esas tesis las acompañemos con convicción y con acción, para poder tener una Patria moderna y fraterna.

Permítanme dividir esta intervención en tres partes. Primero, una síntesis del pensamiento macro del actual Gobierno. Segundo, unos puntos concretos para los trabajadores de Colombia, y tercero, escuchar a algunos de ustedes.

Pensamiento macro del Gobierno Nacional

El Gobierno piensa que a Colombia hay que asimilarla a una casa donde todos debemos caber ampliamente.

En el techo de esa casa debe haber una palabra, la que convoque, la que jalone nuestra acción, la que estimule nuestros esfuerzos, la palabra ‘Confianza’.

Allá en el vértice superior de esa casa, que se lea de todas partes: confianza para vivir en Colombia, confianza para invertir en Colombia, confianza para trabajar en Colombia, confianza para estudiar en Colombia, confianza para pensar en Colombia.

En 2001 y 2002, cuando asistíamos a las reuniones con universitarios, solía preguntarles: ‘Jóvenes, ¿algunos de ustedes han pensado salir del país?’. Y la inmensa mayoría levantaba la mano.

Eso no me preocupaba. Causaba angustia la respuesta a la segunda pregunta: ‘Jóvenes, ¿quiénes de ustedes han pensado salir del país para permanecer en el extranjero, sin tiquete de regreso a Colombia?’. Y la respuesta era abrumadoramente mayoritaria.

Un sentimiento de desconfianza, de temor por lo que sucedió en la Patria, estaba produciendo también una decisión de desarraigo, lo más grave que le puede ocurrir a una Nación.

Eso nos inspiró, apreciados compatriotas trabajadores, a buscar como parte fundamental de este Gobierno construir confianza en Colombia.

Y esa confianza la queremos soportar en tres pilares: la seguridad desde la democracia, la inversión desde la fraternidad y la política social desde las libertades.

Seguridad desde la democracia

¿Por qué seguridad desde la democracia? Para que sea universal, para que sea con libertad, para que sea con derechos humanos, para poder señalar en la práctica la diferencia entre lo que fueron los proyectos dictatoriales de seguridad en el continente y los nuevos aires democráticos de seguridad en nuestro país.

La Seguridad Democrática es un valor para las libertades, para el ejercicio del pluralismo, es una fuente de recursos.

Inversión desde la fraternidad

Segundo, inversión desde la fraternidad. Ningún país del mundo sale adelante sin inversión.

En nuestra universidad pública, en nuestra alma máter, en la Universidad de Antioquia, muchos de los aquí presentes estudiamos con mucha dedicación a Mao Tse Tung.

Imposible en aquellos años 70 anticipar la reunificación alemana, la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y la apertura de China. Como también la apertura de Vietnam y, seguramente, lo que con criterio pragmático empieza a observarse en Cuba.

Mao Tse Tung nos planteaba una gran dialéctica en los libros, pero un gran estancamiento en la práctica. Al leerlo se encontraba en él, el mejor intérprete del movimiento social, que fue Hegel. Pero al comparar sus tesis con lo que sucedía en China, se advertía un contrasentido entre la teoría y la aplicación de ese pensamiento.

Lo importante es que el gato cace ratones

Vino lo que nunca esperamos: Deng Xiao Ping. Dijo: la economía social no es para mantener a nuestras gentes en la pobreza. La economía social tiene que ser un camino de prosperidad y tiene que ser compatible con la economía de mercado.

En ese momento le dijo al mundo que el socialismo chino no era para condenar a las gentes a vivir en la abnegación de la miseria, sino para buscar caminos prácticos de prosperidad colectiva.

Y dijo proféticamente: nosotros tenemos que buscar, en la alianza con la economía de mercados, una evolución hacia la prosperidad. Si la economía de mercados nos ayuda a dar prosperidad, buscamos la economía de mercado. Porque lo importante, según sus palabras, no es que el gato sea pardo o negro sino que cace ratones. Lo importante es buscar prosperidad colectiva.

La importancia de una tasa de inversión sostenida

La inversión en Colombia ha mejorado, apreciados compatriotas trabajadores. Cuando empezó nuestro Gobierno, de cada 100 pesos que producíamos se invertían 12 ó 14. El año pasado 28.

Es mucho más importante pensar en la tasa de inversión, que en el crecimiento de la economía. Porque un año puede haber crecimiento de la economía porque subió el café. Pero hacia el siguiente baja a estancarse la economía. Puede haber crecimiento de la economía porque apareció un nuevo pozo de petróleo. Pero si se agota, decae la economía.

En cambio, si hay una tasa de inversión permanente, eso garantiza crecimiento permanente.

Quiero invitar a los trabajadores de Colombia, en este Primero de Mayo, a pensar en el imperativo de crear condiciones para que nuestro país mantenga unos niveles de tasa de inversión no inferiores al 25 por ciento.

¿Qué estamos haciendo para lograrlo? Primero, la seguridad. Nadie invierte si no le dan seguridad. Segundo, el rol del Estado y el sector privado.

Reforma del Seguro Social

Hoy empezó una reforma muy importante. A las 5:00 de la mañana de hoy, las clínicas del Seguro Social de Bogotá empezaron a ser administradas por la nueva entidad que ha hecho el acuerdo con el Gobierno: la Caja de Compensación Familiar Compensar, la Universidad del Rosario –su Facultad de Medicina– y la Fundación de Hermanos de San Juan de Dios. Una sociedad privada, social, sin ánimo de lucro.

Nosotros reformamos el Estado sin desmantelarlo. Eso sí, en muchos casos estamos buscando pasar del desgreño administrativo del ente público clientelista, a la eficiencia social.

Estábamos esperando con alborozo los resultados de este cambio que empieza a darse hoy en Bogotá.

Hemos reformado 420 entidades del Estado, pero no las hemos desmontado. A mí me decían –esto lo quiero compartir con ustedes– los trabajadores: ‘Hombre, Presidente, el único camino con Telecom es expedirle partida de defunción. El único camino con Paz del Río es expedirle partida de defunción’.

Y decían: ‘Telecom’.

Y decía yo: ‘¿Y qué hacemos con los trabajadores?’.

Y me decían: ‘Se reacomodarán’.

Y dije: ‘Eso no es fácil. ¿Y con los pensionados?

‘Pues que los pague el Estado’.

‘¿Y con qué? Un Estado quebrado. ¿Y Paz del Río, con los trabajadores y los pensionados? ¿Dejamos morir de hambre al pueblo boyacense?’.

Dije: ‘No. Vamos a salvar esas empresas’.

Y nos ayudaron los trabajadores.

En Telecom hubo un radicalismo que no permitía, pero hubo una discrepancia entre la directiva sindical y la base de trabajadores. La que se empieza a notar en otros procesos que se dan hoy aquí, a lo cual han referido Don Gerardo y el Doctor Walter.

Y los trabajadores de Telecom se dieron cuenta de que no los engañábamos. E hicimos la nueva Telecom.

Miren los resultados: la anterior no tenía con qué pagarles a los pensionados. ¿Qué le hubiera pasado al país en lo social sin pagarles a los pensionados?

¿Y qué le estaría pasando a la Nación en lo económico, si le tuviera que girar un cheque de medio billón al año a Telecom para pagarles a los pensionados?

Hoy está al día con los pensionados.

Pensiones

En este país no hemos hecho lo que hicieron en otros países suramericanos, que se llaman de izquierda y acabaron con los pensionados. Tenían altas tasas de inflación y no ajustaban las pensiones.

Este Gobierno ha hecho un enorme esfuerzo con el Seguro Social. A este Gobierno le tocó ver que se agotaron las reservas del Seguro.

¿Ustedes saben cuánto vale pagarles este año a los pensionados del Seguro Social? Vale ocho billones 400 mil millones. El Seguro percibe dos billones. Los otros seis billones 400 mil los aporta el Gobierno Nacional.

Mucho más que lo que cuesta hacer la doble calzada Bogotá – Santa Marta. Tres o cuatro veces lo que cuesta hacer la doble calzada de Medellín a Turbo. Pero les hemos cumplido.

Y Colombia ha venido en un proceso de reajuste de pensiones, muy distinto a lo que pasó en algunos países que se llaman de izquierda, que dejaron arruinar a los pensionados, porque crecía la inflación y no reajustaban las pensiones.

El patrimonio del Estado en Telecom

Telecom es un caso patético, Paz del Río, de nuestro compromiso con los pensionados de la Patria.

Los trabajadores de Telecom, hoy Colombia Telecomunicaciones, están tranquilos. Hay inversión. Y en un área que nosotros creíamos que no iba a evolucionar tanto.

A mí me preocupa, me llama la atención y me emociona esto: hace quince días, apreciados trabajadores, compañeros de Gobierno y yo llegamos a Aguachica (Cesar) a un Consejo de Seguridad. Y en una zona muy pobre nos estaban esperando unas maestras y unos niños. No me pidieron pupitres ni uniformes. No. Me pidieron conectividad y computadores. En una zona muy pobre de Aguachica.

¿Qué tal que no tuviéramos a Colombia Telecomunicaciones hoy con capacidad de invertir en banda ancha, en computadores? Están haciendo inversión.

Entonces me decían los críticos: ‘Está acabando con el patrimonio del Estado’.

¿De qué servía tener a Telecom quebrada? ¿Cuál era el valor patrimonial?

Vale hoy mucho más el patrimonio del Estado, dueño del 50 por ciento menos una acción, de una Colombia Telecomunicaciones próspera, que ser dueño del ciento por ciento de una empresa quebrada.

Paz del Río

Paz del Río. Hubo un acuerdo formidable. Los trabajadores aceptaron desmontar unas prestaciones, que no permitían que la empresa fuera competitiva.

Y les aumentamos la participación. Pasaron del 6 – 8 por ciento de la propiedad, al 46. Después ayudó, todo hay que decirlo, el precio internacional del acero.

Y los trabajadores mismos me dijeron que eso estaba ya muy recuperado, que querían vender.

El Gobierno se había comprometido a que no se manejaría eso con clientelismo. Se hizo bajo la dirección del doctor José Roberto Arango.

Y creo que aquí va a haber otro fenómeno muy importante: se logró elegir el Gerente de Paz del Río por meritocracia. Y a la Junta. Y se fue recuperando la confianza, esa palabrita que tenemos que tener en el vértice de la Patria.

Y se hizo un proceso público. Y compraron unos brasileros, que quedaron de socios allá.

Producía 300 mil toneladas al año. Están haciendo una inversión para producir más de un millón. Ya están pensando en subir un ferrocarril del Magdalena a Boyacá, para poder sacar toda esa producción.

Y después, cuando fuimos a vender acciones de Ecopetrol, me fui para allá y les dije: ‘Muchachos, ustedes se ganaron un poco de plata, no vayan a derrochar eso ahora en motos y en carros. Guarden esa plata. No se vayan a poner todos a que hay que cambiarle la nevera a la señora, a que hay que cambiarle la grabadora. No. Guarden esa plata’.

Y creo que pasé los tres anteriores Primeros de Mayo allá. Y ellos guardaron una plata y compraron parte en acciones de Isagen y parte en Ecopetrol.

¿Dónde se vendían las acciones de Ecopetrol en Boyacá? En las oficinas del Sindicato de Paz del Río. Increíble.

Eso son cambios extraordinarios. Eso es pasar del radicalismo ideológico, que estanca, a un proceso evolutivo con principios, no puramente empírico. Con principios, pero evolutivo, dialéctico. Un sindicalismo de participación.

Y hoy allá lo único que se ve son ganas de echar para adelante y ganas de construir prosperidad colectiva.

Ahora, falta mucho. Pero hay que ir resolviendo problemas.

Aquí hemos vivido problemas muy graves, como el de Amagá (Antioquia). Afortunadamente aparecieron unos empresarios responsables y logramos ese pacto para pagar, no ilusionar más a los trabajadores con una explotación que todos los días era más difícil. Y les han venido pagando. Y ojalá podamos resolver plenamente el problema de la Mina de Segovia.

Nosotros reformamos el Estado sin desmontarlo. Ahí hay una gran diferencia con el neoliberalismo.

¿Y qué pasa frente al sector privado? Le damos todas las garantías. Eso sí, exigiéndole fraternidad.

¿Y esto por qué es importante? Porque en muchos países de América Latina hoy no les gusta la inversión. La echa. Pero es que ellos tienen unos recursos de petróleo que les permite nacionalizar todas las empresas y pagarlas. Nosotros no.

Pero además creo que si nosotros logramos tasas altas de inversión, con solidaridad, con fraternidad, eso le ayuda mucho al país. Porque a uno le da mucho miedo que Colombia se llenara solamente de empresas estatales ineficientes.

¿Es que cuántas sobreviven en el sector de servicios públicos, como EPM? Vea las dificultades que tenemos para recuperar a Emcali. EPM, desde aquí, de esta tierra, es un ejemplo al país y al mundo.

¿Qué tal uno lleno de empresas estatales ineficientes, que en una época de dificultades se quiebren, y sin inversión privada?

Que venga toda la inversión, con fraternidad y honradez

Entonces por eso nosotros hemos dicho: que venga toda la inversión privada a Colombia. Le damos todas las garantías.

No pelea Fidel Castro hoy con el capital. Lo que hizo Deng Xiao Ping. Dijo: ‘¿Acaso yo voy a pelear con el capital? Lo necesito. Me lo traigo para China’.

Algo parecido tenemos que hacer nosotros. Donde quiera que le cierren las llaves al capital, ir nosotros allá y llamarlos, un telefonazo: ‘Venga para acá. Si de allá lo van a echar, venga para acá, que aquí lo recibimos. Eso sí, es con fraternidad y con honradez’.

Quiero repetirles hoy a mis compatriotas que el país necesita tener mucho pragmatismo para atraer inversión.

Nosotros tenemos 44 millones de ciudadanos y este país crece en 600 – 700 mil ciudadanos al año, a los que hay que darles bienestar. Y eso no lo logramos sin inversión.

¿Y qué le exigimos a la inversión? Responsabilidad social. ¿Cómo?

Primero, que haya total honradez en las relaciones de los inversionistas con el Estado: honradez en los contratos, honradez en la tributación, etcétera.

Segundo, que haya responsabilidad, por ejemplo, en materias ambientales. Anoche que estábamos en Valledupar, no se puede explotar el carbón si no hay una gran responsabilidad en materia ambiental con las comunidades.

Tercero, que haya fraternidad laboral. Creo que hacen mucho daño las relaciones laborales de odio de clases, como las relaciones laborales de explotación y salvajismo.

Hay que buscar ese punto, por el cual tanto ha abogado la Iglesia, que es la fraternidad en las relaciones laborales.

Incentivos a la inversión

Para aumentar esa inversión, nosotros hemos hecho varias cosas: el país se ha venido saneando en lo macroeconómico, reduciendo el déficit, reduciendo el endeudamiento.

Hemos dado unos incentivos a la inversión: zonas francas, siempre y cuando se cree empleo.

Ahora hemos creado unos fondos de capital para apoyar a sectores como las flores, el banano, los plátanos, el sector piscícola, siempre y cuando protejan el empleo.

Nosotros no le hemos rebajado el impuesto a todo el mundo, que es la gran crítica hoy en Estados Unidos, sino que se los hemos rebajado a través de incentivos a los que generan inversión para generar empleo.

El país tenía 11 zonas francas. Con la ayuda de Dios, puede terminar este año con 50.

Una zona franca es una fuente de empleo, de afiliación a la seguridad social, de empleo formal. Creo que ese es un buen camino.

Y se hacen unos pactos de estabilidad. Se les dice a quienes hacen esas inversiones: en este pacto se les garantiza que ustedes pueden tener estabilidad durante 20 años.

Ahora, eso toma tiempo. Todos estos años de China, de la evolución china. China recibe 50 – 65 mil millones de dólares al año. Y los ha venido recibiendo en los últimos 18 años, año tras año. Eso sí le gusta al capitalismo irse a la China socialista. Y uno viendo ese platal que va para allá, ¿por qué no nos vamos a poner a traerlo para acá?

Aquí llegaban 700 – 1.000 millones de dólares al año. El año antepasado llegaron 10 mil (millones de dólares). En el 2006 llegaron 6 mil y pico. El año pasado, 9.028 (millones de dólares).

Pero eso toma tiempo, apreciados compatriotas trabajadores. China tiene 1.200 millones de habitantes y apenas ha revindicado a 400 (millones). Superar pobreza, crear prosperidad, toma tiempo. Y más en un país con tantas dificultades.

Chile. Chile tiene un problema de Transmilenios, uno, en Santiago. Nosotros estamos haciendo Transmilenios en Bogotá y en Soacha, en Cali y en Pereira.

Y aquí hay que hacerlo en Medellín, que se llama Metro Plus. Y ahora hay que buscar otros 90 mil millones para Envigado, Itagüí y Bello, además de lo que se les había aportado.

Y los estamos haciendo en Barranquilla, en Cartagena y en Bucaramanga.

Y entonces ahora también hay que hacerlos en Popayán y en Cúcuta.

Mañana llego a Manizales, y lo que primero me preguntan es: ¿qué hubo del programa de Ciudades Amables para Manizales?

‘Todo combinadito’

Este país tiene dificultades, apreciados compatriotas. Casi todos los países latinoamericanos tienen sus centros productivos muy cerca del mar. Bogotá está a mil kilómetros del Caribe y está a casi 600 kilómetros de Buenaventura, con una topografía bien abrupta.

Aquí en kilómetros debemos tener Turbo a 300 y pico. Pero qué topografía y qué geología. Hacer aquí las obras de competitividad es muy complicado. Por eso tenemos que persistir en todo esto para hacerlo.

Y todo eso nos puede permitir avanzar en política social: plena cobertura en educación, plena cobertura de salud, Banca de Oportunidades, Familias en Acción, Icetex, Sena, Bienestar Familiar. Eso hay que llevarlo todo combinadito.

¿Y por qué insisto tanto? Porque en mi larga vida política siempre he oído en el discurso político hablar de lo social, solamente de lo social, pero generalmente no lo cumplían.

Y no se hablaba de la seguridad ni se hablaba de la inversión, que se requieren para poder cumplir lo social. Eso hay que llevarlo todo combinadito. Y es lo que estamos trabajando para buscar confianza en la Patria.

Colombia sin paramilitares, sin guerrilla, sin narcotráfico

Y temas difíciles. Vea a estos señores ‘Los Mellizos’ Mejía Múnera. Esos señores estaban en la negociación con los paramilitares. Entraron a la Ley de Justicia y Paz. Y después regresaron a la clandestinidad. Empezaron nuevamente a organizar bandidos y a matar gente. El Gobierno no puede permitir eso.

Todavía el lunes, en el Consejo de Ministros, llegaron con esta propuesta: que habían contactado a un fiscal y que le habían mandado a decir, seguramente con su abogado, que le propusieran al Presidente recibirlos de nuevo en la Ley de Justicia y Paz y no extraditarlos.

Yo dije: ‘No,no se puede. El pueblo colombiano es generoso y perdona, pero el pueblo colombiano quiere quitarse definitivamente esta amenaza terrorista. Incumplieron, nosotros tenemos que ser serios y severos’.

Y ahí la Policía dio ese golpe, con gran heroísmo. Y nosotros tenemos que seguir en la lucha hasta tener un país sin paramilitares, sin guerrilla, sin narcotráfico. No dejar prosperar esas bandas emergentes. De ninguna manera.

Lo primero que necesita este país es poder tener la tranquilidad de que no hay grupos violentos de por medio. Y eso no se consigue sino con un esfuerzo de todos los días.

Los 5 puntos

En este tema noble de los trabajadores, yo firmo, como política de Gobierno, lo que acabamos de escucharle al doctor Walter Darío. Es un pensamiento de avanzada.

Voy a entregarles a los comunicadores un papelito que hicimos hoy a manera de resumen de lo que vamos a decir.

¿Tiene copia allá, César Mauricio (Velásquez, Secretario de Prensa? ¿Se los va a entregar? Son cinco puntos.

Primero: El asesinato de sindicalistas, maestros y trabajadores.

Segundo: El decreto que firmamos hoy para la bonificación extraordinaria por productividad al sector público.

Tercero: Los proyectos laborales.

Cuarto: Una propuesta para empezar el Pacto Social.

Quinto: Un pedido a las Centrales Obreras.

“Lo que necesitamos en cero asesinatos”

Primero. La protección de sindicalistas, maestros y trabajadores. De 2002 a la fecha hemos mejorado, porque hubo años en que asesinaron a 256 trabajadores al año. El año pasado 26. Pero en lo que va corrido de este año 22.

Uno no puede tasar en la vida humana simplemente en estadísticas. Lo que necesitamos es cero asesinatos. El Gobierno no está contento con esta reducción. Lo que necesitamos es cero asesinatos.

Recompensa para prevenir acciones criminales contra sindicalistas y maestros

Entonces quiero anunciar, desde Medellín, lo siguiente hoy: a partir de la fecha se autoriza una recompensa preventiva que se pagará por las autoridades aquellas personas que informen sobre un plan para asesinar a un sindicalista, a un trabajador o a un maestro, y que con esa información se pueda evitar ese asesinato.

Hasta ahora hemos pagado, lo que vamos es a seguir fortaleciendo, la recompensa por la información posterior. Pero a partir de hoy pagamos la recompensa preventiva.

Nosotros tenemos hoy a 112 personas en la cárcel por asesinato de trabajadores. Creo que hemos venido empezando a superar impunidad.

Viceministro: ¿98 sentencias ya?

Pero hay muchos condenados que están huyendo.

Entonces, a partir de la fecha, se anuncia una nueva recompensa a los colombianos que informen sobre una persona que está prófuga de la justicia y que haya sido condenada por un asesinato a un sindicalista o a un maestro de la Patria. Para que aquellos condenados que están huyendo de la justicia, puedan venir a la cárcel.

Se mantiene la recompensa tradicional y se crean dos nuevas recompensas para proteger a los trabajadores.

Proyecto para elevar las penas

Hemos empezado a estudiar un proyecto de ley para elevar todavía más las penas a los responsables de crímenes contra sindicalistas y maestros.

Es que es doloroso. Entonces es doloroso que unos estudiantes, peleando por unas notas en el Valle del Cauca, asesinen a un maestro. Es doloroso que se asesine a una maestra, hace pocos días en el Putumayo, a cuchilladas y embarazada.

El país tiene que aprender a querer a los maestros. El país tiene que aprender a respetar a sus trabajadores. El país tiene que aprender a vivir fraternamente con los líderes de las organizaciones de los trabajadores.

Por eso vamos a pedir al Congreso que, por encima de la discusión jurídica, aumentemos las penas para que tengan que pagar más años de cárcel los responsables de asesinatos contra trabajadores o contra maestros.

Bonificación extraordinaria para servidores públicos

En el día de hoy se expide un decreto que establece el pago por una sola vez de una bonificación extraordinaria de productividad a los servidores públicos del orden nacional. Este pago solamente excluye al Presidente de la Republica, al Vicepresidente y a los Ministros.

Es una bonificación que vale 57 mil millones, que se pagará en los próximos días, a 565 mil servidores de todas las ramas del Estado nacional, del Estado central. La recibirán los soldados, los jueces, los fiscales, los policías. Cada uno de ellos recibirá 100 mil pesos en los próximos días, como bonificación extraordinaria.

¿Por qué? Porque los trabajadores me habían dicho: ‘Presidente, dada la productividad el año pasado y el crecimiento de la economía del 7 y medio, el aumento que se hizo en el sector publico nacional es bajo’.

En esas reuniones frecuentes en la Presidencia, donde muchos de ustedes han estado, se ha discutido ese tema.

La respuesta que tenemos hoy es: autorizar ese pago de esa prima a 565 mil trabajadores. Cada uno recibirá 100 mil pesos. Se puso igualita para el de sueldo de arriba y para el de sueldo de abajo. No seguir con la proporcionalidad. Igualita para acortar diferencias en el pago de esta prima.

Proyectos laborales que cursan en el Congreso

Tercero: quiero destacar los proyectos laborales que cursan en el Congreso.

El primero, para hacer efectivas las garantías a los trabajadores de las cooperativas de trabajo asociado, para que no los sigan maltratando.

El segundo, para definir que el Gobierno no es el que califica la legalidad de la huelga sino los jueces.

Y el tercero, para que no sea el Gobierno el que convoque a los tribunales de arbitramento durante la huelga, sino trabajadores y empresarios, de consenso.

El caso de las cooperativas de trabajo asociado

El primero de estos proyectos, el de las cooperativas: le falta el debate en la plenaria del Senado y la conciliación con Cámara.

Aquí está el Presidente de la Cámara, quien tan diligentemente nos ha ayudado en esta materia.

Bien lo decía el Doctor Walter: la cooperativa es una noble creación de la Iglesia, de las organizaciones de los trabajadores, pero no se puede utilizar para maltratar a trabajadores.

Cuando el Gobierno nuestro empezó, dictamos un Decreto impidiendo que las cooperativas maltrataran a trabajadores. Pero el Consejo de Estado lo declaró inexequible.

Entonces presentamos un proyecto de Ley, que confiamos en los próximos día se convierta en Ley de la Republica.

¿Qué dice ese proyecto? Dice lo siguiente: las cooperativas tienen que pagar todas las obligaciones de seguridad social y tienen que pagar lo de las cajas de compensación, lo del Sena y lo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

Pueden ser cooperativas de servicio o cooperativas de producción, pero no pueden ser intermediarios laborales. Ese es punto fundamental de ese proyecto.

Y estamos obligando en el Ministerio de Trabajo a aumentar la planta de inspectores para que, aprobada la Ley, se garantice que eso se cumpla en todo el país.

Y hacer convenios con las universidades, para que las universidades visiten a todas las empresas y a las cooperativas de trabajo asociado, y garanticen eso.

Que las cooperativas de trabajo asociado sean cooperativas de producción o de servicios, pero no intermediarios de trabajadores, para maltratar a trabajadores. Ese es un gran reto.

Colombia tuvo una mezcla, que todavía la tienen muchos sectores y la estamos superando: la mezcla entre la vieja política y el sindicalismo radical.

No se podía hacer una reforma. Se apropiaban de las empresas del Estado. No les importaba que fueran buenas o malas para la comunidad, sino estar ellos apropiados.

Pero no podemos pasar al otro extremo: al de unas cooperativas de trabajo asociado que maltraten a los trabajadores. Por eso ese proyecto de Ley.

Llamado sobre contratos sindicales

El otro punto es el siguiente –lo leo y algo lo abundo–: en aras de la fraternidad entre trabajadores y empresarios, el Gobierno invita a los gremios y a las organizaciones de los trabajadores, a las centrales obreras, a firmar un pacto, para que las empresas cuando contraten servicios con terceros o también parte de su proceso productivo, lo hagan de manera preferente con sindicatos y con otras organizaciones de trabajadores.

Que los sindicatos sean los que contraten para prestar esos servicios. El contrato sindical. ¿Ya tenemos 70 casos en Colombia? Del 2002 al 2007.

El esfuerzo que tengamos que hacer, estamos dispuestos a hacerlo. Nadie puede detener un proceso en el cual las empresas desagregan sus actividades. Contratan servicios. Qué bueno que lo hagan con las organizaciones de los trabajadores. Que los contraten con sindicatos de trabajadores.

Y les quiero proponer una cosa: estimulemos una firma de un pacto en ese sentido, para darle carne y hueso al gran Pacto Social.

Que sea un primer punto del Pacto Social la firma de un compromiso, en el cual los gremios acepten que en aquello de contratación empresarial de servicios o de tercerización o desagregación del proceso productivo, los contratos se harán preferentemente con organizaciones sindicales y con organizaciones de los propios trabajadores.

El Gobierno va a invitar esta semana a los gremios de la producción y a las centrales obreras a firmarlo. El ideal sería firmarlo entre las Centrales Obreras y el Comité Nacional Intergremial.

Si no, empezar a firmarlo entre sectores de trabajadores y sectores de la producción y de los servicios. Y que cada pacto de esos que se firme, se publicite ampliamente para que dé luz en el camino, para que se constituya en un ejemplo que otros sigan.

Estímulos a trabajadores del campo

Nosotros estamos haciendo lo siguiente: con la Ley Agro Ingreso Seguro, hoy se les puede financiar tractores, maquinaria agrícola, a trabajadores del campo, para que se organicen y presten esas labores.

Ofrezco a ustedes, trabajadores, lo siguiente: que el Gobierno cree las líneas de crédito necesarias para ayudar a las organizaciones de trabajadores y a sus sindicatos a adquirir la maquinaria, los equipos que requieran, para poder prestar los servicios que deban contratar con las empresas. Que empezáramos a hacerlo.

No hay nada mejor para una teoría que empezar a mostrar casos prácticos. Los invito a que vamos sacando casos de acuerdos de esta naturaleza y los pongamos en la luz pública, para que sean luz que ilumine el camino.

Le pediría a Prensa de la Presidencia que se hagan unos videos sobre estos casos y se publiquen ampliamente en la televisora.

Ahora, a los sindicatos que ya tienen experiencia, vengo a invitarlos para que no se queden solamente en su empresa, sino para que vayan a otras empresas a ofrecer contratos sindicales, contratos de servicios.

Porque hay que ganar lo que se llama esa ‘masa crítica’, esa experiencia acumulada por una organización sindical, que ha hecho esa evolución del viejo sindicalismo a un sindicalismo gerencial, de participación, moderno, en busca la prosperidad colectiva.

Invitación a los trabajadores sobre el TLC

Y quiero hacer desde Medellín un llamado. Pido respetuosamente a las Centrales Obreras de Colombia reflexionar sobre la posibilidad de no oponerse al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Pido respetuosamente a las Centrales Obreras reflexionar sobre la posibilidad de no oponerse al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, cuya conveniencia para la inversión y el empleo es cada día más clara ante las condiciones de la economía mundial. Una señal positiva de las Centrales Obreras de Colombia sería muy útil ante el Congreso de los Estados Unidos.

Queridos compatriotas trabajadores: globalización sin justicia social no habrá, ni la podemos buscar. Hay que buscar globalización con justicia social. Hay que entender la globalización como un medio de justicia social. La globalización no es un fin.

Si nosotros integrando economías podemos construir justicia social, bienvenida la integración. ¿Quién protege hoy a los trabajadores? La Constitución. La Ley. Los jueces, los inspectores, los tratados internacionales de la OIT, estos acuerdos de comercio también los protegen. Eso es importante anotarlo.

Y miren lo que esta pasando. Ayer estuve en el Tolima, viendo otra expresión de esa magnífica revolución que está haciendo el Sena en el país, que creo que es un gran aporte del Gobierno a los trabajadores Le arrebatamos el Sena al viejo sindicalismo y a la politiquería y se lo hemos entregado a 6 millones de colombianos. Qué importante eso.

El Sena pasó de 3 mil instructores a 18 mil. Y decían: ‘Uribe va a acabar el Sena, lo va a cerrar’. Sí: lo acabamos para la politiquería y lo reabrimos para los trabajadores de la Patria.

Eso sí, cuando pasamos de 3 mil a 18 mil los instructores, también pasamos de 3 mil a 1.500 la planta administrativa. Allá necesitan poquitos en la planta administrativa, pero muchos enseñando cómo los colombianos pueden prosperar. La idea fue: menos plata administrativa, muchos más instructores.

Les decía a los tolimenses: ustedes que se opusieron tanto al tratado de Comercio por el arroz, miren lo que ocurre hoy en el mundo. Todo lo que necesitáramos exportar de arroz, si tuviéramos, nos lo compran.

Uno no puede hoy, con esta nueva situación de la economía mundial, poner barreras. ¿Qué tal que nosotros necesitemos hoy comprar alimentos en el extranjero y que no los encontremos por esta escasez o que los encontremos bien caros y que además les pongamos aquí aranceles?

Creo que se están dando unas nuevas condiciones de la economía, que obligan a avanzar en estos acuerdos. Por eso ese pedido a las Centrales Obreras.

Meta en producción de alimentos

Y a propósito de la escasez de alimentos, estamos haciendo lo siguiente: la meta este año es sembrar 220 mil hectáreas de maíz tecnificado, para que no haya agotamiento en la oferta de maíz en el país. El Gobierno ha ofrecido a los cultivadores de maíz pagarles a cada uno 30 mil pesos por tonelada adicional al precio, y en el segundo semestre 50 mil pesos por tonelada.

En fríjol, qué importante decirlo aquí al oído de tantos coterráneos de las regiones antioqueñas que producen fríjol: el Gobierno va a pagar 150 mil pesos de precio adicional por tonelada de fríjol que se produzca.

En arroz: el Gobierno se va a lanzar 25 mil millones para que la gente pueda guardar el arroz. Que se produzca mucho arroz en el segundo semestre y que se almacene, para tener arroz mientras salen las nuevas cosechas. Y como la gente necesita ingresos mientras tiene el arroz guardado, el Gobierno va a tener para pagar ese almacenamiento 25 mil millones. Vamos a hacer todos los esfuerzos.

Medidas en materia de fertilizantes

Han cedido mucho los fertilizantes. Esta semana se tomaron unas medidas, se hizo un acuerdo, se le quitan los aranceles a los fertilizantes que entran al país. Todo esto para garantizar la seguridad alimentaria de los colombianos.

Y se hicieron unos acuerdos de precios. Con algunos fertilizantes, se congelan. Y nos prometieron desde hoy rebajar la úrea en un 10 por ciento y mantenerla con ese precio rebajado, que sigue siendo muy alto. Con ese precio del petróleo, del fósforo, del azufre, los precios de los fertilizantes están muy altos. Mantenerla en ese precio rebajado por cuatro meses.

Renovación de plantaciones de café

Estamos renovando 90 mil hectáreas de café. Eso cuesta un dineral. Y eso se le está pagando al campesino, al dueño de la hectárea, de las dos hectáreas de tierra, para que tenga, en un café renovado, fuente de ingresos y no tenga que abandonar el campo.

Cuando se soquea la plantación de café, se tumba para renovarla totalmente. Mientras el arbolito crece o vuelve a crecer, la tierra no se puede mantener ociosa. Por eso estamos en un gran programa, que es pedir que en ese intervalo se siembre maíz y fríjol.

Aspiramos este año, con la Federación Nacional de Cafeteros, que en las zonas productoras de la Patria, para garantizar la seguridad alimentaria, podamos sembrar solamente en la zona cafetera 100 mil hectáreas de maíz tecnificado.

Biocombustibles

Y está el tema de los biocombustibles. Hemos tomado una decisión bien importante: toda planta de biocombustible que se instale en Colombia, necesitará tener un sello de una entidad verificadora, como estas que dan el ISO 9000, los ISOS más modernos, etcétera, que diga que produce biocombustibles sin tumbar la selva y sin limitar la producción de alimentos.

Colombia tiene un gran porvenir en esa materia. Nosotros todavía en el país tenemos 578 mil kilómetros de selva. Yo miro la llanura oriental colombiana, de la base a la Cordillera Oriental, al río Amazonas, al río Orinoco, al río Arauca. En esa área el país tiene 630 mil kilómetros. Y de ellos, 460 mil están aún en selva. Hay que cuidar muy bien esa selva. A pesar de que es un problema por unos bandidos que tenemos que perseguir, porque allá se meten, de todas maneras hay que cuidarla, porque es la gran contribución de Colombia contra el calentamiento global.

Pero al Norte nosotros tenemos, en esa llanura, 170 mil kilómetros de llanura en sabanas, sin selva, donde podemos seguir expandiendo enormemente la producción de alimentos y adicionalmente producir biocombustibles.

Osea que Colombia tiene una gran posibilidad de producir biocombustibles para generar empleo, para contribuir en la estrategia contra el calentamiento global.

Y para que a nadie le quede duda, los Ministerios de Agricultura y Minas van a exigir eso: ¿usted va a producir? Tráigame una supervisión, un certificado de una institución de calidad, en la cual ella certifique que usted para producir no tumba la selva ni afecta la producción de alimentos”.